miércoles, 2 de enero de 2013

Paraíso





Dedicado a Andrea Cifuentes

“Que no sea el miedo lo que te
detenga a hacer lo correcto.”



Preludio
Grandes ciudades se han construido a coste de la energía del mundo, enormes monumentos se han alzado demostrando la superioridad del hombre sobre la naturaleza y muchos bosques han muerto con tal de hacer un mundo más cómodo para las personas.
Inexplicablemente ciudades enteras, se han vuelto en tierra de las sombras. Bosques caen hechos polvo por su propia cuenta; y personas vivas se convierten en sombras vivientes que deambulan buscando algo que nadie sabe que es.


1
 Ella vivía en una ciudad bajo el agua, hecha para huir del horror del mundo de la superficie. Sólo existía una entrada, un gran túnel por el cual nadie había pasado desde hace mucho tiempo. Todas las personas que ahí habitaban buscaban su paraíso, buscaban un lugar de paz, un lugar que jamás encontraron.
Ella creció viendo el azul del mar como si fuera el cielo, nunca vio un animal libre ni conocía como se sentía el aire fresco. Pero ella era feliz ahí, no conocía nada más, amaba a sus padres y a sus amigos.
Su padre le había ensenado a usar una vieja motocicleta, que conservó del mundo exterior, él le dijo que algún día tendría que salir; ella necesitaba saber porque era mejor estar abajo que arriba.
Su madre le regalo un oso de peluche, el cual cuidaba como si se tratara de un hermano menor, lo abrazaba todas las noches antes de dormir y soñaba con conocer aquello que había sobre el agua; aquel sitio del cual sus padres huían.
Pero un día al despertar se encontraba sola.
Sola y rodeada con sombras; sombras que eran sus amigos, sombras que eran sus padres. Las sombras caminaban a lo largo de los pasillos, hablaban con susurros inexplicables y desaparecían en cada vuelta que daban.
Ella no quería estar sola, ella quería tener a sus papás de vuelta, pero era inútil, cada que los tocaba los atravesaba como si fueran humo y cada que les hablaba ellos no respondían.
Paso días enteros comiendo, jugando y durmiendo sola. Busco desesperada una solución. Y fue entonces cuando lo recordó.
Recordó una historia que su madre le contaba para dormir, de un sitio, un lugar lejano en el cual el cielo era del mismo color que el océano, donde no había hombre alguno, donde estaba el Árbol de las Animas; donde iban todas las personas al morir para unirse a la Tierra y vivir junto a ella eternamente. El único lugar en el mundo donde podría ser feliz, donde estaría segura, donde tal vez estuvieran sus padres. Pero no sería fácil llegar, estaba en la esquina del mundo, tendría que viajar hasta donde no existiese vida alguna, hasta el Polo Norte.


2
Él vivía con su padre, pero ahora lleva días vagando por las montanas. Lleva en su espalda un oxidado hombre de metal que construyó su padre hace tiempo atrás.
No recuerda la última vez que dormido en una cama. Busca dejar la tristeza atrás, intenta seguir adelante. El peso de su espalda a cada paso se vuelve mayor hasta no poder más y caer rendido al suelo. Con cuidado se quita su mochila y se levanta a mirar las estrellas.
Su padre una vez le dijo que dejamos una parte de nosotros en cada cosa a la cual amamos, que no importa cuánto nos distanciamos esos objetos siempre llevarán un fragmento de nosotros.
Él busca llegar al Paraíso, tiene que llegar ahí para salvar a su padre, es lo único que tenía. Nunca conocía a su madre, ni la necesito; puesto que su padre cuido de él, pero todo cambio cuando día encontró una sombra en su lugar, que murmuraba desesperado y andaba con caminar errático por su hogar buscando algo, que nunca supo que era.
Tiene fe, de poder alcanzar el Árbol de las Animas e introducir el espíritu de su padre en aquel robot. Aunque esté oxidado, su padre le dio mucha importancia, una parte de él está en ese pedazo de metal.
Puede que sea débil, pero el deseo es su fortaleza. Probablemente tenga más dificultades por ser un simple chico, pero en su andar existe más determinación que la de un ejército. Traerá a su padre devuelta sin importar el coste.






3
Con estruendo vive la Metrópolis, succionando energía de la Tierra y destruyendo sus bosques para edificar enormes torres de metal en las que los hombres viven prisioneros de un trabajo sin fin y una falsa sensación de libertad.
Pero su estilo de vida no es eterno, la Tierra se vuelve estéril, el combustible se agota y las personas cada vez exigen más energía, más luces y más torres. Viven en un insaciable deseo por obtener siempre más.
La Metrópolis peligra, ya de nada sirve invadir más territorios pues todos están iguales; y es entonces cuando con desesperación ponen sus esperanzas en una leyenda que existe desde antes del tiempo.
Una energía sin fin, un sitio el cual no ha sido pisado por humano alguno.
A la misión asignan tres ejércitos, cuatro barcos y la fuerza bruta de tres Osos Polares gigantes, que transportarán todo lo que se requerirá para el viaje.
Cada uno de los Osos tiene el tamaño equivalente de una torre de cuatro o cinco pisos de alto. El primero de los Osos es llamado Melchor y es donde viaja el General; el segundo de los Osos es llamado Gaspar y es donde se transportan las tropas; y el tercero es llamado Baltasar y carga toda la maquinaría con la que se planea extraer la energía del Paraíso.
Será una larga travesía y creen estar preparados para enfrentar hasta lo inimaginable.
No saben lo que les espera.

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